España ya lidera el ranking mundial de implantación de móviles, con 22 puntos por encima de la media mundial. El uso excesivo del móvil provoca en los usuarios la necesidad de llevarlo consigo en todo momento. Estar permanentemente pendientes de él es otra de las consecuencias. Las cifras asustan: prácticamente la mitad (45,3%) de los jóvenes se declaran adictos a su terminal, según varios estudios.
Este porcentaje es 17 puntos superior a la media nacional. Triplica el de otras franjas de edad, como la de mayores de 55 años (solo un 16%). Pero, además, estos datos muestran una creciente adicción año tras año, una tendencia ascendente que en esta generación es más evidente que en el resto.
En Francia han decidido empezar a combatir este problema con la prohibición del uso del teléfono móvil en el colegio a los menores de 15 años. En España esta concienciación aún no se ha implementado ni en familias ni tampoco en los centros escolares.
El abuso del teléfono móvil puede ser perjudicial no solo a nivel psicológico para los más pequeños. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta del peligro de exposición prolongada a la radiación electromagnética de alta frecuencia que emiten los móviles. Estas pueden interferir en el desarrollo de estructuras cerebrales. Este daño puede ser aún mayor durante la adolescencia, aunque no encuentran una causalidad explícita.
El móvil y la pérdida de interacción social
Los expertos apuestan por establecer un horario y limitaciones diarias del uso del terminal. Un uso excesivo e ilimitado del smartphone puede perjudicar seriamente el rendimiento escolar.
Como en todo, una pronta intervención y establecimiento de límites, favorecerá el aprendizaje de su uso. Precisamente, el sentimiento de necesidad de los padres para que sus hijos sean considerados iguales entre sus compañeros es lo que acelera la entrega del móvil.
Los jóvenes necesitan relacionarse con sus amigos, eso es evidente, pero si únicamente lo hacen a través de las nuevas tecnologías se pierde la interacción personal. En un momento clave para el desarrollo social podría llevar a un empobrecimiento de sus relaciones de amistad. Así como a la pérdida del contacto cara a cara tan necesario para su desarrollo.
Por otra parte, la “protección” que aparenta el comunicarse a través de un teclado hace que muchos de ellos se atrevan a decir y permitir cosas que de otra forma no harían, convirtiéndose en un arma de doble filo.
Es por eso que desde SOSMATIC recomendamos que la entrega del primer móvil debe estar bien meditada y vigilada. Por ejemplo, deberían instalarse aplicaciones de control parental, sobre todo en la franja entre los 12 y los 14 años para prevenir el Ciberbullying. A partir de esa edad descienden los índices de sufrir este grave problema.