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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, (TIC), son el conjunto de tecnologías desarrolladas para gestionar información y enviarla de un lugar a otro.

Las de uso más extendido y cotidiano: Internet y teléfonos móviles. Por tanto, se define la adicción a las TIC como su uso compulsivo, repetitivo y prolongado con incapacidad para controlar o interrumpir su consumo y con consecuencias sobre la salud, la vida social, familiar, escolar o laboral.

¿Qué disponibilidad tiene la población a las TIC?

Según datos del INE de octubre de 2017 sobre equipamiento y uso de las TIC, el 99,2% de los hogares españoles tiene televisión, el 96,4% teléfono móvil y el 74,4% acceso a Internet. El uso de las TIC por las población de 16 a 74 años revela que el 76,2% utiliza Internet, siendo los usuarios frecuentes el 93,5% y los de uso intensivo (diario) el 60%.

El 51,1% de esta franja de edad acceden a las redes sociales, mostrándose los jóvenes de 16 a 24 años los más participativos (91,3%). El 73,7% tiene teléfono móvil, cifra que aumenta exponencialmente en el sector joven que roza el 100%.

En cuanto a la población infantil (de 10 a 15 años) la proporción de uso de las TIC es muy elevada. Respecto al ordenador es prácticamente universal (98,3%) y el 92% utiliza Internet. Por otra parte, el 63,5% de los menores dispone de teléfono móvil, hasta alcanzar el 90,3% en la población de 15 años.

¿Qué tipos de adicción existen?

Las más frecuentes y conocidas son la dependencia a las redes sociales. También a las apps de mensajería instantánea y a los videojuegos. El insourfing (‘navegación’ continua y prolongada por Internet sin objetivos claros), la pornografía, la compra compulsiva online (oniomanía), los juegos de azar (gambling) y la infidelidad online, entre otros, tienen cautivos a un creciente número de incondicionales que extiende el fenómeno de la ciberdependencia a diferentes ámbitos de la vida.

Dado que el acceso a estas actividades se produce a menudo a través del móvil, la nomofobia (pánico a no disponer del móvil) refleja esta amalgama de dependencias, sobretodo entre la población más joven.

¿Cómo se llega a ello?

Cualquier actividad que provoca satisfacción en nuestra vida diaria, puede convertirse en conducta adictiva si se pierde el control sobre su uso. No hace falta tener una predisposición a la dependencia a las TIC, sino que inadvertidamente se puede pasar de forma progresiva del uso al abuso y a la dependencia; del divertimento al vasallaje.

No obstante, conviene subrayar que hay personas especialmente vulnerables debido a carencias de índole diversa, déficit en su desarrollo madurativo o rasgos en su personalidad como la impulsividad, la intolerancia a la frustración, la falta de autocontrol, la dificultad para aplazar los deseos, las dificultades de comunicación, etc. Algunos estudios aluden incluso a factores biológicos que determinan la tendencia a la adicción.

¿Cómo se puede detectar?

No hace falta ser experto para descubrir con la simple observación que determinadas conductas pueden ser indicadores de un posible “enganche” a las TIC:

  • Cambio de comportamiento: Inquietud, impaciencia e irritabilidad, especialmente cuando no se puede tener acceso al medio adictivo.
  • Aislamiento y confinación. Merma importante en la comunicación. Deterioro de las
    relaciones más cercanas.
  • Alteración del curso normal de la vida para usar las TIC (no ir al colegio, al trabajo,
    descuido de obligaciones cotidianas, dejar las responsabilidades para más tarde…)
  • Justificación del tiempo excesivo utilizado al respecto.
  • Abandono de otras actividades, especialmente si antes eran especialmente gratificantes.
  • Incapacidad de controlar voluntariamente el uso.
  • Mentiras-engaño para llevar a cabo a escondidas las actividades adictivas.
  • Cambio de hábitos de sueño o alimentarios.

¿Cómo puedo saber si tengo adicción a las TIC?

La Dra. Kimberley Young, pionera y una de las máximas autoridades en el estudio de les adicciones a Internet, publicó el Cuestionario de Diagnóstico de la Adicción a Internet (IADQ) que se puede autoadministrar como prueba orientativa, pero que nunca suple la valoración del profesional en el diagnóstico definitivo de la adicción.

  1. ¿Te sientes preocupado por Internet?(seguir pensando en la actividad en línea anterior o anticipar la próxima sesión en línea)?
  2. ¿Sientes la necesidad de utilizar Internet en cantidades crecientes de tiempo con el fin de lograr la satisfacción?
  3. ¿Has hecho repetidamente esfuerzos infructuosos para controlar, reducir o detener el uso de Internet?
  4. ¿Te sientes inquieto, malhumorado, deprimido o irritable al tratar de reducir o detener el uso de Internet?
  5. ¿Te mantienes en línea más tiempo de lo previsto originariamente?
  6. ¿Has puesto en peligro o arriesgado la pérdida de una relación significativa, trabajo, oportunidad educativa o profesional debido a Internet?
  7. ¿Has mentido a los miembros de tu familia, terapeuta u otros para ocultar el grado de implicación con Internet?
  8. ¿Utilizas Internet como una manera de escapar de los problemas o de aliviar un estado de ánimo disfórico (por ejemplo, sentimientos de impotencia, culpa, ansiedad, depresión)?

¿Prevenir o curar?

El mejor tratamiento es la prevención. Por tanto los esfuerzos deberían ir orientados a:

  • Educar desde la infancia en la autorregulación del placer inmediato y en la tolerancia a la frustración.
  • Educar desde los primeros contactos con las TIC un uso adecuado y controlado.
  • Regular los tiempos de utilización de las tecnologías. Condicionar tiempo de estudio u otras actividades al tiempo para utilizar el móvil o el ordenador.
  • Fomentar el desarrollo de otras actividades lúdicas (deporte, lectura, actividades al aire libre, aficiones, etc)
  • Potenciar los contactos sociales presenciales sin el uso concurrente del móvil.
  • Evitar el uso compulsivo: no consultar el correo o chat constantemente, no responder a losmensajes o llamadas perdidas inmediatamente.
  • Educar en el uso de Internet como fuente de información y formación
  • Autorregular las web o las aplicaciones utilizadas y/o el tiempo invertido en ellas.
  • Reflexionar si el exceso de uso obedece a carencias o dificultades interpersonales.

¿Tiene tratamiento?

Diferentes procedimientos de “desintoxicación digital” han surgido en Corea, China, Australia, el Reino Unido, EEUU y Japón para tratar lo que se ha convertido en un trastorno reconocido.

Como en todo trastorno, particularmente aquellos que precisen de la colaboración del afectado, el primer paso consiste en acudir a un especialista o unidad especializada para la evaluación y toma de conciencia del problema. Posteriormente si el afectado percibe que realmente tiene un problema sobre el que necesita ayuda, se inicia el tratamiento.

Sin esta premisa, cualquier intervención está abocada al fracaso. El objetivo principal del tratamiento es recobrar el control y la capacidad de decisión mediante la interacción y las actividades en ‘el mundo real’ y alejarse de los espacios virtuales de Internet, origen del problema, haciéndose vigilante suspicaz de las mil argucias que se esconden en la red.

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