Millones de padres en todo el mundo se hacen esta pregunta a diario. Vivimos en una sociedad conectada en la que el acceso a cualquier tipo de información está a un clic y eso nos permite interactuar con personas de cualquier parte del mundo.
Internet es una gran herramienta, indispensable hoy en día y tiene muchas cosas positivas.Sin embargo, también tiene un lado oscuro que debemos aprender a reconocer y actuar cuando nosotros o nuestros menores se topen con él.
Los menores e Internet
Hoy en día, son muy pocos los menores que, aun sin llegar a la adolescencia, ya han tenido su primer contacto o usan habitualmente Internet para comunicarse con sus amigos, pasar ratos de ocio o como herramienta de aprendizaje. Nadie se extraña por esto. Si no lo hicéramos sería desperdiciar una gran fuente de conocimiento.
No obstante, no son pocos los padres que, preocupados por lo que puedan hacer sus hijos en este mundo virtual, lo ven con miedo y desconfianza, sentimientos muchas veces provocados por no saber desenvolverse bien en este nuevo escenario, o al menos no tan bien como aparentemente lo hacen sus hijos.
Uso adecuado de las tecnologías
Así pues, cuando hablamos de jóvenes en Internet enseguida nos imaginamos a un niño o adolescente enganchado a la pantalla, viendo vídeos en YouTube, jugando online con sus amigos, chateando con gente de gustos similares o, simplemente, revisando perfiles en redes sociales o actualizando el suyo propio con todo tipo de contenidos.
Muchos padres ven este comportamiento como una pérdida de tiempo, como cuando en generaciones pasadas a los que ahora somos adultos (y muchos ya padres) nos decían lo mismo cuando nos veían leyendo cómics, ensimismados frente al televisor viendo series de dibujos animados o jugando a las primeras videoconsolas y ordenadores personales. La verdad es que todas estas cosas, en su justa medida, son hasta beneficiosas y pueden ayudar a desarrollar varias habilidades en una etapa vital del crecimiento.
Hablemos por ejemplo de las maneras que tenemos para relacionarnos en la actualidad. Desde la aparición de las redes sociales nuestros hábitos de comunicación han cambiado y es lógico que los menores las consideren una herramienta indispensable. Podríamos pensar que las condiciones de uso de muchas de estas redes sociales impiden que alguien menor de 13, 14 o hasta 18 años haga uso de ellas, pero la realidad es bien diferente.
Tipos y usos de las redes sociales
Hemos visto que menores de todas las edades usaban, en su gran mayoría, algún tipo de rede social, incluso en edades tan tempranas como los 7 años. Puede parecer un despropósito que alguien tenga acceso a redes sociales a esas edades, pero se debe analizar cada caso por separado, especialmente si hay un adulto preparado que vigila con quién interactúa el menor y le guía y aconseja mientras navega por Internet.
El problema viene cuando esta comunicación entre padres e hijos no existe o es bastante precaria. Es entonces cuando el menor actúa por su cuenta en las redes sociales sin la adecuada supervisión y puede encontrarse con problemas. Hemos de tener en cuenta que cuando hablamos de redes sociales nos referimos no solo a las más conocidas como Facebook o Twitter.
Existen otro tipo de redes no tan conocidas que son utilizadas por muchos menores y que escapan al control de muchos adultos. Son redes como Ask.fm, Snapchat o Badoo las que, con sus peculiaridades, atraen a muchos menores, más incluso que las redes más conocidas. El uso de estas redes no es malo de por sí, pero sí que es verdad que cada una de ellas tiene sus peculiaridades y son usadas de cierta forma.
Aspectos a tener en cuenta
Ya hemos visto como el buen o mal uso de las redes sociales depende en gran medida del usuario y su educación. Al fin y al cabo, no son más que herramientas, y como tales hemos de tratarlas. El problema al que se enfrentan muchos padres hoy en día es la falta de tiempo o ganas para aprender por dónde se desenvuelven sus hijos. A estos factores se le suma el miedo a no saber responder preguntas relacionadas con temas tecnológicos, algo a lo que muchos padres temen por dejar de ser el referente al que preguntar por parte de sus hijos.
¿Y que hacemos si, por algún motivo, nuestros hijos son víctimas de un caso de ciberacoso? Lo primero es no asustarse. Existen procedimientos a seguir y estos incluyen no ceder a los posibles chantajes del acosador, informar a las autoridades (escolares o policiales dependiendo de donde se produzca y la gravedad del ciberacoso) y recopilar todas las pruebas posibles (fotos enviadas y recibidas, mensajes intercambiados, etc.) que puedan ser utilizadas en un posible caso contra el acosador. Además, nunca debemos culpar al menor por sus actos en un caso de ciberacoso, puesto que él/ella es la víctima y podríamos causar un problema emocional grave si lo hiciésemos.